Últimamente, cuando hablamos de vampiros nos viene a la mente la imagen de los modernos dráculas de las series de televisión o de las películas de moda como 'Crepúsculo'. Sin embargo, los vampiros reales que existen en la Naturaleza son menos novelescos y, por supuesto, mucho menos atractivos. Son los "otros" vampiros de la naturaleza.
Y en este repaso por los chupasangres tenemos que comenzar con el murciélago. Una maravilla del reino animal que ha inspirado cientos de novelas, personajes (todos recordamos a Batman) y que, a pesar de su mala fama, no es tan temible como creéis.
De las más de 1.100 especies diferentes de murciélagos, tan sólo 3 son hematófagas. Es decir, quitaos de la cabeza la idea de que todos los murciélagos son vampiros porque en realidad, la mayoría se alimentan de insectos, carroña, frutas o néctar.
Y del vampiro, al terror silencioso de las noches de verano: el mosquito. Aunque en realidad deberíamos decir "la mosquita" puesto que las culpables de nuestros picotazos son las hembras.
Los mosquitos macho se alimentan de polen, néctar y jugos de frutas. Sin embargo, las hembras han desarrollado una probóscide con la que atraviesan hasta las más dura de las pieles. Después de succionar la sangre, además, segregan veneno que es el causante del molesto escozor que sufrimos.
El siguiente vampiro también es un insecto (la mayoría de los chupasangres que encontraremos pertenecen a esta clase) y es también es una pesadilla nocturna.
Se trata de las chinches. Unos insectos que abarcan más de 80.000 especies diferentes y que en su mayor parte se alimentan de savia y hojas, aunque también existen muchas especies depredadoras que sacian su apetito con la sangre de otros animales. Y esto, aunque parezca extraño, puede resultar muy beneficioso a la hora de controlar plagas.
Las chinches realizan una estimable labor en el control de plagas, así que, como vemos, no todos los vampiros resultan malignos.
Y aquí tenemos a la garrapata. Una comilona capaz de chupar sangre hasta inflarse como en la imagen. Seguro que pensabais que las garrapatas eran unas atletas capaces de alcanzar incluso metros saltando de perro en perro. Sin embargo, su forma de actuar es bien distinta. Esperan en las partes altas de la hierba y tan sólo se "acoplan" con contacto directo... y es ahí cuando comienza su festín. La garrapata comienza a chupar sangre hasta que se hincha y solo entonces se suelta.
Para terminar, vamos a salirnos del mundo de los insectos para adentrarnos en un entorno acuático y conocer a una temible boca capaz de adherirse a casi cualquier cosa: la Lamprea.
Son peces primitivos, parecidos (pero no emparentados) a las anguilas capaces de pegarse a otros peces mediante sus mandíbulas, dignas de la peor pesadilla del cine de terror.
Aunque después de ver todas estas fotografías y comprobar la cantidad de chupasangres que existen en la Naturaleza, quizá hay que señalar que el verdadero peligro de todos estos vampiros no radica en su habilidad para chupar sangre, sino en la posibilidad de transmitir enfermedades.
Vampiros como la vinchuca, el mosquito, las chinches o las garrapatas son más temibles por ser responsables de la transmisión de enfermedades como la malaria, la enfermedad de Lyme, el Kala azar o la enfermedad de chagas. Esto da más miedo que los picotazos cuando te chupan la sangre...
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