sábado, 9 de octubre de 2010

CUESTIÓN DE DIMENSIONES


Dedico este cuento a la Señorita Guadalupe y a todos los niños de su clase: Pablo, Rivas, Diego, Santi, Laura, Jesús, Manuela, Salud, Juan, Manu, Salud, Troya, Clara, Alicia, Reyes, Manuel, Ale, Esperanza, Raúl, Javier, Álvaro, Carmen, Paola, Miguel, Estrella, Nerea y Rafa.

CUESTIÓN DE DIMENSIONES

Mª Auxiliadora Martínez Ruiz

Un haz de luz entraba suave por la ventana y se dejaba caer en la esquina de mi mesa. Juan lanzó una mirada intelectual a la pizarra desde sus gafas nuevas. Manuela estaba radiante después de haber avanzado una casilla más en el maratón de lectura.  Manu y Salud se lanzaron un guiño de complicidad. Todo parecía normal pero yo me sentía raro.

Javier resbaló sin querer de su asiento. Ale, Esperanza, Álvaro y Raúl miraban fijamente a la pizarra con los ojos muy abiertos,  sin pestañear, mientras la tiza de la Seño Guadalupe se movía enérgicamente explicando las maravillas de las propiedades de la suma. Mi maestra me señaló.

- Jesús, enuncia y demuestra la propiedad asociativa.

- Ésta me la sé- me dije – “da igual como agrupes los números, el resultado de la suma siempre es el mismo”- Sin embargo, no conseguí atrapar la tiza y eso que no era más larga que mis dedos, ni más ancha que mi mano- Será cuestión de dimensiones- pensé.

            Sonó el timbre del recreo y salimos todos muy enfiladitos al patio. Desenvolví el bocadillo y le ofrecí a mi amigo Pablo que lo miró un poco ladeado con cara de querer hincarle el diente pero no lo consiguió.- Será cuestión de dimensiones- pensé.

De repente, una brisa juguetona nos levantó del poyete donde estábamos sentados, nos elevó ¡Volábamos! Planeamos sobre el suelo, después una vuelta en el aire y volvimos a subir... Estrella ascendía y ascendía sin que un solo cabello de su melena perdiera la compostura… El lacito rojo de Clara ni siquiera se quejaba de las volteretas… Paola era muy rápida, la que más, ahora en picado, ahora hacia arriba y Troya la seguía cerca, muy cerca…Manuel serpenteaba detrás de un balón olvidado en una esquina del patio. Laura, Diego y Rivas le hicieron placaje…Miguel descansó unos segundos sobre el alero del tejado de la capilla y se deslizó lentamente como si se tratase de un tobogán. Borly y Yoco iban tras de  Santi  que caminaba por los tejados dando grandes zancadas de dinosaurio. Carmen y Rafa  hacían volar por los aires los papeles del suelo y Alicia, Reyes y Nerea los encestaban en las papeleras.

“Viento del norte,
               Viento del sur,
dime hacia dónde
me llevas tú.”

 Cansados de jugar, nos quedamos un momento absortos en las nubes plomizas que encapotaban el cielo. Entonces, cayó sobre el patio una preciosa lluvia de muñecos de cartulina. Y al fin lo entendí todo. La cuestión de las dimensiones, por qué no pude coger la tiza o comer el bocadillo y casi me quiebro al colgarme la mochila de los libros…Y es que los muñecos de cartulina tenemos ancho y tenemos largo, ¡pero no ocupamos volumen!

¡Muchísimas gracias Auxi!

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